miércoles, 26 de agosto de 2015

PABLO CARTAS AL PUEBLO DE DIOS

Las llamadas epístolas auténticas (Epístola a los romanos, Primera y Segunda epístola a los corintios, Epístola a los gálatas, Epístola a los filipenses, Primera epístola a los tesalonicenses —probablemente la más antigua—, y Epístola a Filemón), dirigidas a creyentes cristianos de las iglesias que el Apóstol fundó durante sus viajes misioneros después de su conversión, conforman la sección más antigua del corpus del Nuevo Testamento: la crítica textual moderna sostiene de forma prácticamente unánime que fueron escritas por la mano del Apóstol apenas 20-25 años después de la cruxificion de Jesús de Nazaret.
 Nadie mejor que Pablo para hablar del verdadero evangelio al cual Dios escogio personalmente para llevar su palabra.
 Saulo, que después de convertido se llamó Pablo —esto es, "pequeño"—, nació en Tarso de Cilicia, tal vez en el mismo año que Jesús, aunque no lo conoció personalmente. Sus padres, judíos de la tribu de Benjamín (Rom. 11, 1; Filip. 3, 5), le educaron en la afición a la Ley, entregándolo a uno de los más célebres doctores, Gamaliel, en cuya escuela el fervoroso discípulo se compenetró de las doctrinas de los escribas y fariseos, cuyos ideales defendió con sincera pasión mientras ignoraba el misterio de Cristo.
 Las tradiciones humanas de su casa y su escuela, y el celo farisaico por la Ley, hicieron de Pablo un apasionado sectario, que se creía obligado a entregarse en persona a perseguir a los discípulos de Jesús.

Pablo escribió la CARTA A LOS ROMANOS en un momento decisivo de su carrera apostólica. Ya había concluido su tercer viaje misionero, y se disponía a llevar a Jerusalén la colecta en favor de los pobres, que tan laboriosamente había recogido en Macedonia y Acaya. Consideraba que su misión en Oriente ya estaba terminada, y tenía proyectado emprender una nueva etapa en su obra de evangelización: su propósito era llevar la Buena Noticia a Occidente, desde Roma hasta España; donde se le abría un campo de actividad todavía virgen.

Para preparar su visita a los cristianos de Roma, el Apóstol les envió una Carta, donde les exponía más detalladamente los mismos temas que ya había tratado en su Carta a los Gálatas. Pero aquí el tono es diferente. El ardor de la polémica se ha suavizado, y Pablo ha podido completar y matizar su pensamiento y sus expresiones. En una admirable síntesis doctrinal, describe la universalidad del pecado y la obra redentora de Cristo; la función de la Ley de Moisés en el designio salvífico de Dios y la justificación por la fe en Jesucristo; la libertad cristiana, el Bautismo y la nueva Vida en el Espíritu. Además, en esta Carta hay un tema desarrollado con particular amplitud: el de la situación del Pueblo judío en la nueva disposición divina, fundada sobre la fe en Cristo y no sobre las obras de la Ley.

La riqueza y la profundidad de su doctrina y la variedad de los temas tratados, han conferido a esta Carta una excepcional importancia dentro del Cristianismo.


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